martes, 4 de noviembre de 2008

El perdón versus la memoria...

Sobre el tema del perdón y el olvido se ha escrito muchísimo, hasta hay canciones que tocan el despecho que provoca enfrentar uno contra otro, porque aunque suene fuerte, existe un real enfrentamiento entre el perdón y la memoria. Podemos hacer rituales de perdón, la dieta del perdón, soltar lágrimas e implorar el perdón, tanto si tenemos que perdonar como para que nos perdonen, en fin, hay muchos métodos, herramientas, etc que nos ayudan a atravesar esa puerta complicada que es perdonar, ¿por qué es complicada? porque nuestra parte humana nos dice que si cruzamos esa puerta aquella persona que nos perjudicó, ofendió, nos lastimó, no recibirá "su merecido" y estamos convencidos de que eso no es justo: el punto en esto es que esa justicia divina, o poco divina, como uno quiera verla, se dice que tarda pero llega, y nosotros queremos estar en primera fila en ese momento, se muy bien que esto parece venganza, revancha, y les diré que no es que se parezca, LO ES; nuestros sentimientos heridos demandan satisfacción, y esta se logra a través de la dulce venganza, esto es lo que nos ordena nuestro lado humano; el problema es que se apodera de nosotros una carga llamada resentimiento que poco a poco carcome las estructuras de nuestra existencia.
Hay un refrán que dice: "El que la hace, la paga" y no puede ser más acertado, es fuerte, pero si lo aplicas para lo bueno ya no impresiona tanto, o si lo llevas a la ley de Causa y Efecto. Es cierto, todo lo que hacemos lo pagamos, lo bueno y lo malo, lo que tenemos que entender es que ni somos parte de ese tribunal condenatorio o de mérito, y mucho menos somos jueces, pero ante esto ¿Cómo calmamos nuestra parte humana? porque cuando nos sintamos un poco deprimidos la memoria de lo sucedido emergerá intacta, y uno se preguntará ¿por qué si ya he perdonado? ¿o es que no he perdonado nada? y nos daremos cuenta que aún duele, porque la memoria evocará el suceso muy vivido, pero si podemos identificar eso solo como "UN MOMENTO", como cuando uno va al volante, cierra los ojos y los vuelve a abrir en alerta presintiendo el peligro, todo va estar bien. Hay algo más que es importante: no debemos ser severos con nosotros mismos, no podemos estar todos los días, todo el tiempo en esa postura de alegría, felicidad, perdón, serenidad, alerta, estamos en un mundo convulsionado, hay problemas, dificultades y hasta el bioritmo personal colabora en este sube y baja de energía.
Cuando perdonamos es como cuando el sol sale después de días y días de lluvia, y en ese momento queda mucho por hacer antes de que todo se seque y las aguas vuelvan a su cauce. Cuando la memoria nos recuerda esos momentos de dolor, no neguemos las lágrimas, o golpear de repente la mesa, siempre y cuando sea una acción para botar o sacar de nosotros la memoria misma, esa energía negativa que reaparece, luego tomemos aire y sintamos que eso ya pasó, es bueno ver alrededor, concentrarse en lo que se tiene, sentirse en el aquí y en el ahora, sonreir y si se puede hasta reirse a carcajadas, ver un video cómico nos ayudaría, o ver las fotografías de los momentos felices, en pocas palabras: hagamos uso de la memoria de lo bueno para dominar esa memoria infeliz, a esto se le llama SUSTITUCION, y funciona; de esta manera nos daremos cuenta que tenemos mucho más por lo cual celebrar. El esfuerzo que hacemos para evocar la memoria de lo doloroso, es el mismo para evocar nuestros grandes logros y momentos felices. ¡Ah!, y sobre todo no debemos dejar que esa memoria nos lleve a decretar: NUNCA MAS; porque si lo hacemos, estaríamos deteniendo una parte importantísima de nuestra evolución y crecimiento, que es la que tiene el poder de levantarse y decir: AQUI ESTOY Y ESTOY LIMPIO, SIGAMOS...

De hoy en adelante: SIGAMOS...Todos tenemos grandes deseos, y muchas veces dudamos de lo que deseamos justamente por la memoria de los errores cometidos, pero ante esto hay algo que no debemos olvidar: más allá de nuestro deseo o petición, recibiremos justo lo que merecemos.

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