viernes, 31 de octubre de 2008

Les toca a ellos...Los trepadores

Había prometido escribir sobre los trepadores, ya que dediqué una entrada a las trepadoras, pues parecía justo que luego les tocara a ellos, así que aquí va usando las semejanzas y diferencias de lado y lado.

La trepadora sabe lo que hace, por que lo hace, como lo hace, y donde lo hace, yo me atrevería a decir que hasta se le ponen algunas situaciones y personas en bandeja de plata para alcanzar su tan anhelado "conseguir siempre lo que quiere", en otras palabras digamos que en medio de todo, hasta tienen suerte, sigamos: lo importante de esto es que la trepadora no se juzga, no entra en los terrenos de hacer bien o mal, ya que una característica común de ambos, trepadoras y trepadores es ser simpáticos y además se esfuerzan por lucir encantadores, es parte de un juego hábil y camaleónico, eso tiene su mérito ¿o no? por supuesto que sí. ¿Qué sucede con el trepador especificamente? que siempre, siempre cuando queda al descubierto asumirá una postura de víctima. La trepadora no, nunca, ella puede decir: "me equivoqué". El trepador nunca dirá que se equivocó, es más, la verguenza no le permite admitirlo, y aquí esta la palabra odiosa que hace diferencia: "verguenza"; el trepador siente verguenza al fallar, la trepadora nunca falla y mucho menos siente verguenza porque si tiene que decir que se equivocó, lo dice, y ya estará con vista y manos a la obra en otro objetivo.

Para mi es más fácil identificar a una trepadora que a un trepador, pero no tengo un radar, conozco personas que no fallan, me sorprenden con su precisión, quizás tengan mayor experiencia que yo, quizás tengan más olfato que yo, o quizás vean lo que yo a veces no puedo ver porque estoy entretenida en otras esferas. En ambos extremos: en las trepadoras y en trepadores hay algo en común, y no me refiero solo al calificativo, sino a la frustración, a un complejo oculto, se trata de una comparación eterna con otra persona, u otras personas, creen que están en una competencia, en un concurso, y dentro de ellos siempre se han sentido segundones o segundonas; siempre parece haber alguien más guapo, mas linda, más baja, más alta, más flaco, menos flaco, más joven, más viejo, más feliz, menos infeliz, con más oportunidades, con más suerte, con más, y más, y muchos mases que se vuelven una especie de virus en el alma que prácticamente obligan a entrar en esa competencia imaginaria que no termina nunca y desgasta; porque siempre habrá alguien más físicamente, más en bienes, más en muchas cosas, muchísimas si así queremos verlos, sin ver toda nuestra riqueza única que vive soberanamente en lo que somos. Somos únicos, ni mas que nadie, ni menos que nadie, y ser únicos y un todo con el resto nos hace dueños de un poder increible. Las trepadoras y trepadores se están perdiendo de lo más interesante de la vida: ellos mismos, y aunque socialmente todo aquello que luchan tanto por conseguir parece de gran valor, a la hora de la verdad siempre se sentirán solos e incompletos, y siempre estarán buscando lo que no se encuentra. Es como el hombre que salió a buscar una piedra valiosísima, una piedra preciosa, y cubrió largos terrenos, preguntó a todos, usó todas las herramientas posibles, apeló a todos los recursos imaginables, gastó su energía para encontrarla, y un día descubrió que esa piedra valiosa y preciosa que tanto buscaba, la llevaba en su mano pero no se había dado cuenta porque nunca había mirado en esa dirección, ya que estaba distraído en esa búsqueda sin sentido.

En mi medio de trabajo esos términos de trepador y trepadora parecen ser el pan de cada día, y todo motivado por el famoso: conseguir lo que se quiere...y a medida que dan pasos le agregan: a cualquier costo, inconsciente o consciente, sin embargo, es así en todas partes: oficinas, mercados, gobierno, ingenieros, tiendas, en la calle, en todas, todas partes. ¿Quien demanda ese conseguir lo que se guiere? ¿quien o que tiene tanto poder? No lo se, pero voy a cerrar con algo muy personal: el poder siempre ha sido una palabra que me ha rondado, y he hecho muchas cosas para hacerme dueña de el, hasta hace poco me di cuenta de lo absurdo de mi ferviente deseo; me vi como el hombre y la piedra en la mano, y me ha tocado reconstruir todo desde 0, y en esa reconstrucción solo espero que del pasado vuelva a mi aquello que era verdad, y que lo nuevo no tenga ninguna sombra de lo que ya fue. Que así sea, y así será...

1 comentario:

Maria José dijo...

Pues Carolus, ya lo lei, todo me parece interesante, los límites los pone uno mismo, ¿retorcidamente maquivalico? si, y una parte de nosotros lo es, la pregunta es ¿quien manda a quien?